La oración es hablar con Dios;
conversar con nuestro Padre del Cielo, con Jesús, con el Espíritu Santo;
conversar con nuestra Madre la Virgen María y con los santos. En este diálogo
lo más natural es que digamos alabanzas, demos gracias, pidamos perdón o
imploremos lo que necesitamos.
Para un cristiano orar es un deber.
Si lo consideramos bien; ¡qué tal suerte la nuestra: poder hablar con Dios con
la sencillez y confianza de un hijo con su papá, y sabemos que nos ama y que
todo lo puede.
Dios escucha siempre nuestras
oraciones; lo dice la Biblia: "Me invocarán, y yo les escucharé" (Jer
29,12); "Pidan y recibirán" (Jn 16,24).
¿QUÉ
ES LA ORACIÓN?
Santa Teresa del Niño Jesús la
definió: “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla
mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde
dentro de la prueba como en la alegría”
¿Desde dónde hablamos cuando oramos?
¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde “lo
más profundo” (Sal 130, 1)
La humildad es la base de la
oración. “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26). La
humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la
oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín).
La
maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos
a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el
primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición
llega desde las profundidades de Dios que nos desea.
La oración, sepámoslo o no, es el
encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el
hombre tenga sed de Él (San Agustín)
La oración como Alianza
De dónde viene la oración del
hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el
que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar el lugar de donde brota
la oración, las sagradas Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y
con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón el que
ora. Si este está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana.
La oración cristiana es una relación
de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. Es acción de Dios y del hombre;
brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en
unión con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho hombre.
La oración como comunión
En la nueva Alianza, la oración es
la relación viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su
Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo. Así, la vida de oración es estar
habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en comunión con Él.
Esta comunión de vida es posible siempre porque, mediante el Bautismo, nos
hemos convertido en un mismo ser con Cristo (Rm 6, 5).
La oración es cristiana en
tanto en cuanto es comunión con Cristo y se extiende por la Iglesia que es su
Cuerpo. Sus dimensiones son las del Amor de Cristo (Ef 3, 18-21).
Esta puede
ser individual: oración
personal, hecha de corazón a corazón, a solas de tú a tú, en diálogo amoroso
con Dios. Y comunitaria: expresión
de la conciencia de la comunión de vida con la Iglesia, como pueblo que debe
congregarse para alabar y honrar en asamblea a Dios.
Expresiones de la Oración
Por medio de su Palabra, Dios habla
al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oración toma
cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquél a quien
hablamos en la oración. “Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad
de palabras, sino del fervor de nuestras almas” (San Juan Crisóstomo)
La
oración vocal es un
elemento indispensable de la vida cristiana. A los discípulos, atraídos por la
oración silenciosa de su Maestro, éste les enseña una oración vocal: el “Padre
Nuestro”. Jesús no solamente ha rezado las oraciones litúrgicas de la sinagoga;
los Evangelios nos lo presentan elevando la voz para expresar su oración
personal, desde la bendición exultante del Padre (Mt 11, 25-26), hasta
la agonía de Getsemaní (Mc 14, 36).
Esta necesidad de asociar los
sentidos a la oración interior responde a una exigencia de nuestra naturaleza
humana. Somos cuerpo y espíritu, y experimentamos la necesidad de traducir
exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser
para dar a nuestra súplica todo el poder posible.
Esta necesidad responde también a
una exigencia divina. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, y, por
consiguiente, la oración que brota viva desde las profundidades del alma.
También reclama una expresión exterior que asocia el cuerpo a la oración
interior, porque esta expresión corporal es signo del homenaje perfecto al que
Dios tiene derecho.
La oración vocal es la oración por
excelencia de las multitudes por ser exterior y tan plenamente humana. Pero
incluso la más interior de las oraciones no podría prescindir de la oración
vocal. La oración se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de
Aquél “a quien hablamos” (Santa Teresa de Jesús, Camino de perfección,
26). Por ello la oración vocal se convierte en una primera forma de oración
contemplativa.
La
meditación es,
sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el cómo
de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. Hace
falta una atención difícil de encauzar. Habitualmente se hace con la ayuda de
algún libro, que a los cristianos no les faltan: las sagradas Escrituras,
especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del
día o del tiempo, escritos de los Padres espirituales, obras de espiritualidad,
el gran libro de la creación y el de la historia, la página del “hoy” de Dios.
La meditación hace intervenir al
pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es
necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión
del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana
se aplica preferentemente a meditar “los misterios de Cristo”, como en la lectio
divina o en el Rosario. Esta forma de reflexión orante es de gran valor,
pero la oración cristiana debe ir más lejos: hacia el conocimiento del amor del
Señor Jesús, a la unión con Él.
¿Qué es esta oración? Santa Teresa
responde: “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien
sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús).
La
contemplación busca
al “amado de mi alma” En la contemplación se puede también meditar, pero la
mirada está centrada en el Señor.
La oración contemplativa es la
expresión más sencilla del misterio de la oración. Es un don, una
gracia; no puede ser acogida más que en la humildad y en la pobreza. La oración
contemplativa es una relación de alianza establecida por Dios en el
fondo de nuestro ser.
Mi oración no es escuchada
He aquí una observación llamativa:
cuando alabamos a Dios o le damos gracias por sus beneficios en general, no
estamos preocupados por saber si esta oración le es agradable. Por el
contrario, cuando pedimos, exigimos ver el resultado. ¿Cuál es entonces la
imagen de Dios presente en este modo de orar: Dios como medio o Dios como el
Padre de Nuestro Señor Jesucristo?
Dios no puede escucharnos porque Él
quiere nuestro bien, nuestra vida. “¿Pensáis que la Escritura dice en vano:
Tiene deseos ardientes el espíritu que él ha hecho habitar en nosotros” (St
4,5)? Nuestro Dios está “celoso” de nosotros, lo que es señal de la verdad de
su amor. Entremos en el deseo de su Espíritu y seremos escuchados: «No
pretendas conseguir inmediatamente lo que pides, como si lograrlo dependiera de
ti, pues Él quiere concederte sus dones cuando perseveras en la oración»
“Orad continuamente” (1 Ts 5, 17). Orar es siempre posible. Es incluso
una necesidad vital. Oración y vida cristiana son inseparables, somos
cristianos las 24 horas del día, por lo tanto 24 horas al día debemos orar.
Esto nos hará más eficaces, porque actuaremos como si todo en nuestras vidas
dependiera de Dios, llevándolo a él a todo lo que hacemos a diario. Haríamos
todos confiados en él y conscientes de que el nos va a ayudar.
Lectura
Complementaria
.-
En el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales:
.- 2558 al 2565; del 2700 al 2719 y del 2735 al 2741.
Actividad:
Luego
de participar en la Clase de este domingo y de hacer las lecturas complementarias. En el
Catecismo de la Iglesia Católica y del tema aquí publicado, Contesta con tus propias palabras
1.-
¿Por qué es importante la oración?.
2.-
¿La oración nos hace más eficaces en la vida?. ¿Por qué?
3.-
¿Cuánto tiempo dedicas a la oración? ¿Cómo estás haciendo la oración?
¿Por que es importante la oración?
ResponderEliminarEs importante porque mediante la oración nos comunicamos y hablamos con Dios
¿la oración nos hace mas eficaces en la vida? ¿por que?
si, porque al hablar con Dios nos sentimos bien y protegidos por el
¿Cuanto tiempo dedicas a la oración?
El tiempo que sea necesario para pedirle y agradecerle a Dios, pero para ser exactos 20 min
¿como estas haciendo la oración?
primero rezo el padre nuestro, luego paso adarle gracias por todas las bendiciones y por mi salud y la de mi familia, y luego si tengo algo que pedirle lo hago por ultimo rezo el credo y el yo confieso para terminar con un Amén.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿Por que es importante la oración?
ResponderEliminarBueno para mi la oración es importante por que en el momento que la hacemos estamos en un contacto directo con Dios.
¿la oración nos hace mas eficaces en la vida? ¿por que?
Si, por que en el momento que hacemos la oración nos sentimos en paz y tranquilidad.
¿Cuanto tiempo dedicas a la oración?
bueno normalmente un tiempo corto alrededor de 15 a 20 minutos pero en el momento que en realidad necesito la oración puedo estar como 40 o 50 minutos orando.
¿Como estas haciendo la oración'
la inicio con un padre nuestro, luego hago un ave maría, luego le pido que cuide a mi familia y que me cuide a mi, nos de salud y luego si tengo algo que pedir se lo pido y termino con un Amén.