lunes, 20 de marzo de 2017

LA FE: CREO EN DIOS




¿Cómo podemos definir la fe? ¿Es un sentimiento? ¿es un salto al vacío? ¿es un tranquilizante ante mis problemas?

La confianza: una actitud natural
El mundo de hoy muchas veces cuestiona a las personas que tienen fe. Se les considera ingenuas, ilógicas, supersticiosas. Parecería que para tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo resulta difícil creer en algo o alguien sin poder verlo con los propios ojos y tocarlo con las propias manos.
Creer y confiar en la palabra de otra persona es, sin embargo, algo natural y cotidiano; ni siquiera el más convencido ateo podría considerarse un incrédulo absoluto, pues cada vez que adquiere un producto o un alimento confía en las personas que lo han elaborado. Tal vez no creerá en Dios, pero en lo cotidiano "creerá" en muchísimas cosas y personas sin estar constantemente analizando las razones para hacerlo.
Para el ser humano natural creer y confiar y la fe cristiana, que implica un acto similar en cuanto es creencia y confianza, es una postura natural, que no hace a los cristianos ni ingenuos, ni tontos, ni ilógicos. Sin embargo, resulta comprensible que para temas más trascendentes y misteriosos exijamos mayores razones, y está muy bien que sea así.

Fe: don de Dios y acto humano
La disposición natural de las personas para creer y confiar encuentra una seguridad y una certeza muy grande en la virtud teologal de la fe, porque es confiar en Dios, quien nunca nos falla ni nos abandona, que ni se engaña ni nos puede engañar.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que la fe es la adhesión personal del hombre a Dios que nos ha creado a su Imagen y Semejanza y, además, ha querido revelarse, darse a conocer. Dios «habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunión consigo y recibirlos en su compañía. La respuesta adecuada a esta invitación es la fe». Por la fe nosotros aceptamos a Dios que se revela, aceptamos su invitación a vivir con Él.
El Catecismo nos ilumina, además, dando dos características muy importantes de la fe.
En primer lugar afirma que la fe es una gracia, un «don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él». Es un regalo que Dios nos da, manifestación inmensa de su amor. Dios no le niega nunca este regalo a quien lo busca sinceramente y lo pide con humildad.
Por otro lado Dios respeta la libertad del hombre. La fe es también un acto humano, que depende de la libertad y la inteligencia del hombre que deposita su confianza en Dios y se adhiere a las verdades por Él reveladas.

La "Puerta de la fe"
Las palabras del Papa Benedicto XVI con las cuales inicia la exhortación apostólica Porta Fidei, en la que convoca el Año de la fe, recuerdan un pasaje de los Hechos de los Apóstoles. San Pablo, luego de predicar el Evangelio en diversas ciudades, se detiene finalmente en Antioquía. A su llegada «reunieron a la Iglesia y se pusieron a contar con todo cuanto Dios había hechos juntamente con ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe» (Hech 14,27).
La fe, señala el Papa, es como una puerta que nos introduce en la vida de comunión con Dios y a la vez nos permite la entrada en la Iglesia.
La figura de la puerta nos habla de entrada, de inicio. Nos recuerda el ingreso a un nuevo tipo de vida, que además involucra todo nuestro ser. No cruzamos el umbral de la fe sólo con una comprensión teórica de las verdades, sino cuando escogemos la gracia de Dios y emprendemos un camino de conversión total, que se manifiesta con todas las dimensiones de nuestra vida.

Caminar y crecer en la fe
Cruzar el umbral de la puerta de la fe, sin embargo, no basta. Como hemos visto, el don de la fe implica una respuesta continua para cultivar ese don, ya que sin la fe no crece, se va enfriando y va desapareciendo. La fe, como señala San Agustín, «se fortalece creyendo». La vida de oración, recurrir a los sacramentos como son la Confesión y la Eucaristía, estudiar los contenidos de la fe con el Catecismo, acudir a sacerdotes y personas con experiencia, visitar iglesias y santuarios, son medios a nuestro alcance para caminar y crecer en vida de fe. Pero por encima de todo ello necesitamos pedir al Señor el don de la fe, que nos ayude a fortalecerla y acrecentarla.
Una de las grandes riquezas y ayudas de la fe cristiana es que caminamos juntos como una sola familia. Ningún cristiano avanza solo por el sendero de la fe. Como miembros de la Iglesia, nos apoyamos unos a otros y recibimos de Ella las gracias y auxilios que necesitamos "hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo (Ef 4,13). Juntos nos vamos perfeccionando. Por eso cuando decimos "creo" estamos diciendo al mismo tiempo "creemos".



EL CREDO
EL CREDO CONTIENE TODA LA FE CATÓLICA
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracias del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Se divide en 12 artículos:
1° Art: "Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra."
a) Creo: Pongo mi Fe en que todo es verdad y una doctrina infalible, revelada por Dios.
b) en Dios: ¿Quién es Dios?
Es el ser infinitamente perfecto, creador de todo. Hay un solo Dios verdadero que premia a los buenos y castiga a los malos.

Dios es:
Único: Porque si no sería contradictorio, no habría Dios verdadero.
Infinitamente grande.
Espíritu purísimo: No tiene cuerpo.
Un ser simplísimo: No tiene partes ni mezclas.
Eterno: Siempre existió, existe y existirá.
Inmutable: No cambia.
Infinitamente bueno (La suma bondad, todo lo bueno viene de Dios).
Omnisciente: Infinitamente sabio, conoce y sabe todo.
Omnipotente: Dios lo puede todo.

La Santísima Trinidad:
Dios es el principio de todo; y el fin de todas las cosas, son para él y su mayor gloria por lo que es Dueño y Señor de todas las cosas.
En Dios hay tres personas realmente distintas que son el verdadero y único Dios.
Las tres personas son:
Dios Padre, se le atribuye la omnipotencia (la creación).
Dios Hijo, se le atribuye la sabiduría y redención.
Dios Espíritu Santo, se le atribuye la bondad.

2° Art.: "Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor..."
¿Quién es Jesucristo? (SJ. 1, 1-16)
† † † En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por El, sin El nada se hizo.
Tenía que salvar a la humanidad por lo cual tenía que ser hombre, pero como la dignidad de la ofensa se mide por la dignidad del ofendido la ofensa era infinita, entonces también tenía que ser Dios para que el padecimiento sea infinito.
En Jesucristo hay una sola persona, que es divina, y dos naturalezas, divina y humana.

3° Art.: "...que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen..."
- El Espíritu Santo hizo la obra porque es bondad y amor. En el momento de la concepción ya existía antes sólo como Dios, en la concepción Jesús es engendrado, no creado, para ser también humano.
- San José solo es Padre adoptivo, lo crió.
- La madre es la Santísima Virgen María, la cual fue siempre virgen (antes, durante y después del parto).
4° Art.: "...padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado..."
Significa que Cristo no redimió y para ello tuvo que sufrir mucho, aunque lo hizo por amor, y no podemos ignorarlo, no debemos ser desagradecidos. Esto ocurrió en la época de Pilatos, es real.
5° Art.: "...descendió a los infiernos, al tercer día resucito de entre los muertos..."
No se refiere al infierno sino al limbo de los justos, este era el lugar a donde, hasta nuestra redención, iban las almas de los que morían en gracia de Dios. Las puertas del cielo estaban cerradas por el pecado original y Cristo las abrió llevando a las almas justas.
Así se cumple la profecía que dice que "hasta los muertos les llegará la buena noticia".
La resurrección es verdad: (Hechos 3,15; SJ 20, 19-29; Lc. 24,5-6).
Jesús se le apareció a numerosas personas luego de haber muerto y tenía un cuerpo glorioso. Podía comer y se lo podía tocar con lo cual tenía cuerpo; y propiedades del cuerpo glorioso como atravesar paredes.

6° Art.: "...subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso."
- Subió a los cielos en la ascensión.
- Esta a la derecha porque tiene la misma gloria.
1°- Para tomar posesión del reino que conquisto con su muerte.
2°- Para prepararnos un lugar en la gloria.
3°- para ser mediador y abogado delante del Padre eterno.
7° Art.: "Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y muertos."
Vivos y muertos quiere decir buenos y malos. (Ecle 7,40).
Acuérdate de los novísimos o postrimerías y no pecarás; estos son:
Muerte: Ocurre cuando el alma se separa del cuerpo. A todos nos va a tocar, igual que el juicio, pero no sabemos cuándo por lo que hay que vivir siempre bien.
Juicio: Ocurre inmediatamente después de la muerte; hay que pensar cómo vivimos ya que se nos va a juzgar según nuestras obras y la sentencia será infierno o cielo eternamente.
8° Art.: "Creo en el Espíritu Santo,..."
Es la tercera  persona de la Santísima Trinidad, que es tan verdadero Dios como el Padre y el Hijo. Se le atribuye la santificación de las almas y la dirección de la Iglesia. Éste bajo en pentecostés sobre los apóstoles y la iglesia (Hechos 2,1-4).
9° Art.: "...la Santa Iglesia Católica,..."
Creemos en la Iglesia Católica que fue fundada por Cristo.
10° Art.: "...la comunión de los santos,..."
No importa donde estemos, las almas de los integrantes de la Iglesia forman un cuerpo cuya cabeza es Cristo. Estamos todos unidos y debemos orar los unos por los otros.
11° Art.: "...el perdón de los pecados,..."
Nadie es perfecto y la mayoría algo mal ha hecho pero no importa la gravedad ya que si estamos realmente arrepentidos y nos acercamos a Dios para servirle en adelante todo nos perdonará porque su misericordia es infinita. Para ello el mismo Jesús creo el sacramento de la confesión.
12° Art.: "... la resurrección de la carne y la vida eterna."
La muerte no es definitiva, no solo perdura el alma que va al cielo, purgatorio o infierno según sus actos sino que al fin del mundo Cristo vendrá a juzgar a los vivos y muertos y quienes merecieron el cielo, y el purgatorio ya que este es un paso previo para purificar al alma, resucitaran y tendrán un cuerpo glorioso como el de Jesucristo luego de su resurrección. El cuerpo glorioso ya se explico en el artículo 5°.

ACTIVIDAD
LEER,  ANALIZAR Y ESCRIBIR UN RESUMEN GENERAL DE LAS SIGUIENTES CITAS BÍBLICAS:
.- Qué es la fe: Juan 9,36-38
.- Pedir el don de la fe: Marcos 9,23-24
.- Fe y salvación: Mateo 8,5-12.
.- Fortalecer nuestra fe: 1Pedro 1,6-9.
.- La fe se manifiesta en obras: Santiago 2,14-24

REFLEXIONA Y CONTESTA
.- ¿Qué es la fe?
.- ¿Cómo es mi fe?
.- ¿Qué puedo hacer para fortalecer mi fe?
.- ¿Qué es el Credo, que contiene?


jueves, 16 de marzo de 2017

LITURGIA Y MISA


La Liturgia es el conjunto de signos y símbolos con los que la Iglesia rinde culto a Dios y se santifica.
Es el modo como la Iglesia en su cabeza y en su cuerpo místico o miembros puede ponerse en contacto y comunicación con Dios, a través de gestos, palabras, ritos, acciones y así poder participar de la maravillosa gracia de Dios, santificarnos y entrar en esa vida íntima de Dios.
El Catecismo de la Iglesia Católica ha explicado también que la misma palabra liturgia significa, en la tradición cristiana, que el pueblo de Dios toma parte en la obra de Dios. En la liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, hace presente en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra Redención (n. 1069).
Los tiempos litúrgicos son (por orden de aparición en el año litúrgico, que comienza a fin de noviembre, principio de diciembre):
-Adviento: cuatro semanas, su color original es el salmón, aunque se reemplaza normalmente por el mismo morado de la Cuaresma.
-Navidad: hasta el domingo siguiente a Epifanía, unas tres semanas, no tiene un color propio del tiempo, sino que en general predomina el blanco, de solemnidad, o el rojo, en las celebraciones de mártires (inocentes, san Esteban).
-Tiempo ordinario: en total son unas 32 o 33 semanas, según el año, aunque siempre se numeran de 1 a 34, y las que se pierden quedan en medio. Su color propio es el verde, aunque en solemnidades o fiestas tienen el color que corresponda a la celebración (blanco o rojo); los domingos, aunque son solemnidad, se celebran con verde, para marcar cierta diferencia con los domingos pascuales.
-Cuaresma: interrumpe el Tiempo ordinario en alguna de las semanas de la 6 a la 11, depende en cada año de cómo caiga la Pascua. Dura 40 días contados desde el miércoles de ceniza hasta el domingo de Ramos, los dos inclusive, es dcir, casi 6 semanas, más la semana santa. El color es el morado/violeta, a salvo siempre las solemnidades, que se celebran en blanco en cualquier tiempo, o rojo si son solemnidades de martirio.
-Pascua: siete semanas enteras, el color propio es el blanco. La primera semana tiene la peculiaridad de que se celebra todos los días como si fueran el mismo domingo de Pascua. Termina en Pentecostés, cuyo color es el rojo (que es el color del martirio y del Espíritu).
Terminado el Tiempo pascual se retoma el ordinario en la semana que correesponda, perdiendo una o dos, según el año. El cálculo se hace tomando el inicio del siguiente Adviento y contando el domingo anterior como domingo 34, de allí para atrás, hasta Pentecostés.
Nuestra Iglesia utiliza actualmente diferentes colores para cada uno de los tiempos y celebraciones litúrgicas, pero no siempre ha sido así. El Papa Inocencio II (1130 – 1143), a principios del siglo XIII, fue el que le “añadió significado simbólico” a esta práctica existente pero que en aquel entonces no tenía ningún “sentido propio”.  Finalmente, el Papa Pío V (1566 – 1572), le otorga “un uso temporal específico”, formalizando el uso de seis colores:
Blanco – “para el tiempo de Pascua y Navidad, para las fiestas del Señor, de María, de los ángeles y de los santos no mártires”, también para la impartición del sacramento del Bautismo, Comunión, Matrimonio y el Orden Sacerdotal. . Simboliza “luz, lo divino, gozo, pureza, gloria, gracia”.

Rojo – “para el Domingo de Palmas, las fiestas del Espíritu Santo, de los apóstoles (excepto la de San Juan el 27 de diciembre),… de los mártires y evangelistas”, Viernes Santo, y la fiesta de la Santa Cruz. Simboliza “martirio, amor”.
Verde – “para el tiempo [ordinario] durante el año (períodos después de la Epifanía y de Pentecostés)”. Simboliza “esperanza”.
Morado – “para la Cuaresma, el Adviento, días penitenciales y [de] difuntos”, para el sacramento de la Penitencia y la Unción de los Enfermos. Simboliza “penitencia”.
Negro – “para las exequias y misas de difuntos”. Simboliza “luto”. Este se puede sustituir por el morado. 
Rosa – “para algunos domingos (Gaudete – tercero del Adviento; Laetare – cuarto de Cuaresma) y algunas fiestas especiales de la Virgen María.”



LA MISA
La Misa cuenta con una preparación, llamada Ritos iniciales.
Tiene dos partes importantes: Liturgia de la Palabra y Liturgia Eucarística que constituyen un sólo acto de culto.
Concluye con los Ritos finales.
Esta conjunción entre la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística se daba ya en la Iglesia apostólica.

Ritos iniciales
Todo lo que precede a la Liturgia de la Palabra tiene el carácter de introducción.
Sirve para que los asistentes se dispongan a formar comunidad, y se dispongan a una celebración consciente y fructífera, oyendo atentamente la palabra de Dios y participando en la celebración de la Eucaristía.
Estos ritos son: el Canto de entrada, el Saludo, el Acto Penitencial, el Señor ten piedad, el Gloria (los domingos) y la Oración Colecta.

Acto Penitencial
El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento: "Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados".
El acto penitencial manifiesta el sentimiento que tiene la Iglesia de ser comunidad de pecadores. Sirve para valorar la realidad del pecado, crecer en espíritu de penitencia, y considerar la misericordia de Dios.
Este acto consta de tres partes:
- invitación a los fieles para que se examinen y reconozcan pecadores. Este momento de silencio es importante y forma parte de este acto.
- petición de perdón, que se expresa con la oración "Yo confieso ante Dios todopoderoso" con el gesto de un golpe de pecho al decir: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. En el anterior rito eran tres golpes; ahora basta con uno.
- absolución, que no es sacramental, sino que expresa un deseo de perdón de Dios. El sacerdote implora: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

1.- LITURGIA DE LA PALABRA
En esta parte de la Misa escuchamos la “proclamación” de la Palabra de Dios. Cristo mismo es quien la realiza, ya que es Palabra de Dios encarnada, la única Palabra que resuena en el antiguo y en el Nuevo Testamento.
Se lee una selección de textos de la Sagrada Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
No es una evocación de palabras pronunciadas en el pasado: es una memoria que actualiza lo que se recuerda, haciéndola eficaz, en el momento de su proclamación, a aquellos a quienes se dirige.
Son lecturas variadas de la Sagrada Escritura, que se van haciendo en determinados periodos del año, de tal forma que el pueblo vaya conociendo las partes más significativas del Antiguo y del Nuevo Testamento.
En ellas Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la redención y la salvación, y el mismo Cristo, por su palabra, se hace presente en medio de los fieles.
El lector va al ambón y los fieles se sientan
Terminan con la expresión: Es palabra de Dios. Esto no es una aclaración, sino una confesión de fe.

Homilía
Es una predicación del sacerdote o del diácono que comenta la Palabra de Dios dentro de la Liturgia, a partir, fundamentalmente, de las lecturas que se han escuchado.
Se debe pronunciar siempre los domingos y días festivos.
No es un discurso acerca de las ideas personales del que predica, sino una prolongación de la lectura bíblica.

Credo
Es una profesión de fe que recita la comunidad. También se llama símbolo, que significa "señal por la que a uno se le reconoce". Al cristiano se le reconoce por la profesión de fe.
Se reza de pie. Porque estar de pie significa firmeza en la fe y un deseo de poner en práctica, con hechos, esa fe que se proclama.

Oración de los fieles
La Oración de los fieles también se llama Oración común, Oración o Plegaria universal. Consta de una introducción y de unas peticiones de carácter universal, y también loca

2.- LITURGIA EUCARÍSTICA
Es la parte más importante de la Misa. La Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística no son dos actos de culto distintos, sino dos momentos celebrativos de un único misterio.
La Iglesia ha estructurado la celebración de la Liturgia Eucarística a partir de las acciones que corresponden a las palabras y gestos del Señor en la Última Cena.
En la Última Cena Cristo instituyó el convite pascual, por medio del cual el Sacrificio de la Cruz se vuelve continuamente presente cuando el sacerdote, que representa a Cristo, realiza la acción que el mismo Señor cumplió y ordenó a sus discípulos que hicieran en su memoria.

Primero se prepara el altar o mesa del Señor, colocando el Corporal, el Cáliz y el Misal en el altar.
Luego los fieles presentan en el Altar el pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Las reciben el diácono o el sacerdote.
También pueden traer otras ofrendas, para fines caritativos o útiles para el sostenimiento del culto. Se colocan fuera de la mesa del Señor

¿Qué tradición tiene la presentación de las ofrendas?
En los primeros siglos de la Iglesia, los fieles llevaban de sus casas los dones que debían ser ofrecidos, y que eran presentados al sacerdote por un diácono.
¿Qué significado tiene este rito de las ofrendas?
- Tiene un significado bautismal, porque sólo pueden hacer ofrendas los bautizados en comunión con la Iglesia.
- Tiene un significado eucarístico, porque los dones se presentan para ser consagrados en el Cuerpo y la Sangre de Cristo
- Tiene un significado antropológico: ese ofrecimiento de los frutos más representativos del trabajo del hombre significa el ofrecimiento de cada fiel en concreto, de su vida, de su trabajo, de sus ilusiones.
-Tiene un significado social: no son ofrendas sólo individuales, sino de toda la Iglesia.
¿El pan y el vino se presentan juntos o por separado?
Se presentan por separado, siguiendo la tradición litúrgica. Lo contrario sería además empobrecer los signos.
Consagración.
Este es el momento de mayor recogimiento en el que el sacerdote recitando las palabras de Jesús en la Última Cena, convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor.

Padrenuestro
Comienza con la invitación para rezar el Padrenuestro.
Durante el Padre Nuestro todos los sacerdotes concelebrantes extienden las manos, como el celebrante principal.
Todos juntos, el sacerdote y la Asamblea, recitan esta oración que Cristo nos enseñó. Es la mejor manera de prepararse para recibir la Sagrada Comunión.

Rito de la paz
Sigue el Rito de la paz por el cual los fieles se expresan mutuamente la caridad. El sacerdote desea la verdadera paz a todos, invitando a la Asamblea a manifestar ese mismo sentimiento.
Ese gesto puede ser: darse la mano, inclinar la cabeza o un abrazo. Es un gesto de comunión, no de felicitación.
Debe ser un gesto verdadero. No hay ninguna fórmula. La paz que se desea ha de entenderse en el sentido bíblico-teológico: compendio de todo bien, fruto del Espíritu Santo que lleva a los fieles al amor a Dios y a los hermanos.

Comunión
El sacerdote comulga y, a continuación, lo hacen aquellos fieles -es decir, sólo pueden comulgar los fieles bautizados- que se saben con las debidas disposiciones. Se han examinado y han reconocido que están en gracia de Dios (que no tienen ningún pecado mortal sin confesar).
La Iglesia nos recuerda que “los que van a recibir el sacramento no lo hagan sin estar durante una hora en ayunas de alimentos sólidos y bebidas, exceptuando el agua” (Ritual)
La comunión es un don que el Señor ofrece a los fieles por medio de un ministro autorizado. Se imita el gesto del Señor: "se lo dio, diciendo, tomad...


Leer en el Catecismo de la Iglesia Católica

Del numeral 1345 al numeral 1369

Luego de leer los numerales propuestos en el Catecismo de la Iglesia Católica y de leer y de participar en el tema de la Catequesis de esta semana… contesta
1.- Define con tus propias palabras lo que es la Eucaristía o Celebración Eucarística.
2.- Indica las dos grandes partes de la misa…
3.- Por qué debemos participar atentos y con respeto de la Eucaristía?

4.- Qué días debemos participar de la Eucaristía?

lunes, 6 de marzo de 2017

LA ORACION… lugar privilegiado del encuentro




La oración es hablar con Dios; conversar con nuestro Padre del Cielo, con Jesús, con el Espíritu Santo; conversar con nuestra Madre la Virgen María y con los santos. En este diálogo lo más natural es que digamos alabanzas, demos gracias, pidamos perdón o imploremos lo que necesitamos.
Para un cristiano orar es un deber. Si lo consideramos bien; ¡qué tal suerte la nuestra: poder hablar con Dios con la sencillez y confianza de un hijo con su papá, y sabemos que nos ama y que todo lo puede.
Dios escucha siempre nuestras oraciones; lo dice la Biblia: "Me invocarán, y yo les escucharé" (Jer 29,12); "Pidan y recibirán" (Jn 16,24).

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?
Santa Teresa del Niño Jesús la definió: “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría”
¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde “lo más profundo” (Sal 130, 1)
La humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín).
 La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea.
La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él (San Agustín)
La oración como Alianza
De dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar el lugar de donde brota la oración, las sagradas Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón el que ora. Si este está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana.
La oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. Es acción de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho hombre.
La oración como comunión
En la nueva Alianza, la oración es la relación viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo. Así, la vida de oración es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en comunión con Él. Esta comunión de vida es posible siempre porque, mediante el Bautismo, nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo (Rm 6, 5). 

La oración es cristiana en tanto en cuanto es comunión con Cristo y se extiende por la Iglesia que es su Cuerpo. Sus dimensiones son las del Amor de Cristo (Ef 3, 18-21).
Esta puede ser individual: oración personal, hecha de corazón a corazón, a solas de tú a tú, en diálogo amoroso con Dios. Y comunitaria: expresión de la conciencia de la comunión de vida con la Iglesia, como pueblo que debe congregarse para alabar y honrar en asamblea a Dios.


Expresiones de la Oración
Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquél a quien hablamos en la oración. “Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas” (San Juan Crisóstomo)
La oración vocal es un elemento indispensable de la vida cristiana. A los discípulos, atraídos por la oración silenciosa de su Maestro, éste les enseña una oración vocal: el “Padre Nuestro”. Jesús no solamente ha rezado las oraciones litúrgicas de la sinagoga; los Evangelios nos lo presentan elevando la voz para expresar su oración personal, desde la bendición exultante del Padre (Mt 11, 25-26), hasta la agonía de Getsemaní (Mc 14, 36).
Esta necesidad de asociar los sentidos a la oración interior responde a una exigencia de nuestra naturaleza humana. Somos cuerpo y espíritu, y experimentamos la necesidad de traducir exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser para dar a nuestra súplica todo el poder posible.
Esta necesidad responde también a una exigencia divina. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, y, por consiguiente, la oración que brota viva desde las profundidades del alma. También reclama una expresión exterior que asocia el cuerpo a la oración interior, porque esta expresión corporal es signo del homenaje perfecto al que Dios tiene derecho.
La oración vocal es la oración por excelencia de las multitudes por ser exterior y tan plenamente humana. Pero incluso la más interior de las oraciones no podría prescindir de la oración vocal. La oración se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de Aquél “a quien hablamos” (Santa Teresa de Jesús, Camino de perfección, 26). Por ello la oración vocal se convierte en una primera forma de oración contemplativa.
La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. Hace falta una atención difícil de encauzar. Habitualmente se hace con la ayuda de algún libro, que a los cristianos no les faltan: las sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o del tiempo, escritos de los Padres espirituales, obras de espiritualidad, el gran libro de la creación y el de la historia, la página del “hoy” de Dios.
La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana se aplica preferentemente a meditar “los misterios de Cristo”, como en la lectio divina o en el Rosario. Esta forma de reflexión orante es de gran valor, pero la oración cristiana debe ir más lejos: hacia el conocimiento del amor del Señor Jesús, a la unión con Él.
¿Qué es esta oración? Santa Teresa responde: “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús).
La contemplación busca al “amado de mi alma” En la contemplación se puede también meditar, pero la mirada está centrada en el Señor.
La oración contemplativa es la expresión más sencilla del misterio de la oración. Es un don, una gracia; no puede ser acogida más que en la humildad y en la pobreza. La oración contemplativa es una relación de alianza establecida por Dios en el fondo de nuestro ser.

Mi oración no es escuchada
He aquí una observación llamativa: cuando alabamos a Dios o le damos gracias por sus beneficios en general, no estamos preocupados por saber si esta oración le es agradable. Por el contrario, cuando pedimos, exigimos ver el resultado. ¿Cuál es entonces la imagen de Dios presente en este modo de orar: Dios como medio o Dios como el Padre de Nuestro Señor Jesucristo?
Dios no puede escucharnos porque Él quiere nuestro bien, nuestra vida. “¿Pensáis que la Escritura dice en vano: Tiene deseos ardientes el espíritu que él ha hecho habitar en nosotros” (St 4,5)? Nuestro Dios está “celoso” de nosotros, lo que es señal de la verdad de su amor. Entremos en el deseo de su Espíritu y seremos escuchados: «No pretendas conseguir inmediatamente lo que pides, como si lograrlo dependiera de ti, pues Él quiere concederte sus dones cuando perseveras en la oración»


“Orad continuamente” (1 Ts 5, 17). Orar es siempre posible. Es incluso una necesidad vital. Oración y vida cristiana son inseparables, somos cristianos las 24 horas del día, por lo tanto 24 horas al día debemos orar. Esto nos hará más eficaces, porque actuaremos como si todo en nuestras vidas dependiera de Dios, llevándolo a él a todo lo que hacemos a diario. Haríamos todos confiados en él y conscientes de que el nos va a ayudar.

Lectura Complementaria
.- En el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales:
    .- 2558 al 2565;  del 2700 al 2719  y del 2735 al 2741.

Actividad:
Luego de participar en la Clase de este domingo  y de hacer las lecturas complementarias. En el Catecismo de la Iglesia Católica y del tema aquí publicado,  Contesta con tus propias palabras
1.- ¿Por qué es importante la oración?.
2.- ¿La oración nos hace más eficaces en la vida?. ¿Por qué?

3.- ¿Cuánto tiempo dedicas a la oración? ¿Cómo estás haciendo la oración?